miércoles, 1 de marzo de 2017

MARCOS ANA


Fernando Macarro Castillo (San Vicente, Alconada, Salamanca, España, 20 de enero de 1920), más conocido como Marcos Ana (seudónimo formado con los nombres de sus padres), es un poeta español. Liberado en 1962, gracias a la actividad de la recién fundada Amnistía Internacional, fue el preso político que pasó más tiempo en las cárceles de la dictadura franquista: 23 años de presidio.

Pese a su corta edad vivió y luchó del lado republicano durante la guerra civil española. Al terminar ésta, en 1939, fue detenido en el puerto de Alicante junto a millares de demócratas, torturado y condenado a muerte. Permaneció encarcelado DURANTE 23 AÑOS ininterrumpidos. Toda su juventud y la mitad de su vida. Los últimos 16 años de su cautiverio los cumplió en la Prisión Central de Burgos.
Fueron las prisiones su verdadera Universidad, donde estudió afanosamente y escribió los poemas que le hicieron popular en el mundo (prohibidos y casi desconocidos en España) y que contribuyeron a desencadenar una campaña internacional de solidaridad en su favor. Recobró la libertad el 17 de noviembre de 1961. Los poetas Rafael Alberti y Pablo Neruda destacaron en esa campaña, extendiendo su nombre y defendiendo su vida.

Pese a su largo cautiverio, Marcos Ana no salió marcado por el resentimiento, y en todas sus actuaciones públicas y políticas, en sus poemas, en su vida, su amor a la libertad aparece siempre ligado a su amor a España, a la reconciliación de sus hijos, y a la necesidad de acabar con las trágicas consecuencias de la guerra civil. Tiene escrito y repetido en mítines:
La venganza no es un ideal político ni un fin revolucionario. Yo quiero el triunfo de la democracia, para acabar con el odio y el fratricidio, para que todos los españoles podamos vivir pacíficamente, coincidir o discrepar en la defensa de nuestras ideas sin tener que degollarnos los unos a los otros. Ya se ha derramado bastante sangre en España. La democracia debe traernos la libertad y la seguridad a todos los españoles.

“Mano en paz”



La hoguera del pueblo tiene
aún esparcidas sus aguas.
Ay, como el fuego se junte,
¿quién apagará sus llamas,
quién sujetará los bosques
del pueblo ardiendo en sus armas?



Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz, tomadla.



No esperéis que se maduren
en el dolor las espadas.



Los diques también se rompen
bajo el martillo del agua;
el viento descuaja el árbol
por hondas que estén sus plantas;
y hay volcanes que deshacen
el pecho de las montañas.



Escuchad la voz de un pueblo
que busca la luz del alba,
con la paz en sus banderas
y el amor en sus gargantas.
No dejéis que se maduren
en el dolor las espadas.



Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz. TOMADLA.



Marcos, como otros miles de presos comunistas españoles, aceptó plenamente la política de reconciliación nacional que levantó el Partido en los años 50. También así lo recoge en varios poemas.




“Al soldado que luchó contra mí”



¿Recuerdas Aquel árbol -aquel día-
que grabaste con pólvora y batalla
tu nombre de soldado -tu porfia-?



¿Era en esta ciudad? ¿Fue en aquel río?
En Belchite, en el Ebro… ¡Ya qué importa!
Juan Español firmaba con tu sueño y el mío.



(También grabé yo al pie de la Mañana
a diente y corazón, sangre y machete,
roja insignia de indómita campana).



Con las venas abiertas tú soñabas
una España de pie sobre sus mares
hecha canción y alegre ramo. Amabas



lo que yo más quería. ¡Qué estéril fue la cruz!
Hacia la Noche, hermano, los caminos
torcieron bruscamente. Sse congeló la luz.



Y de tu sangre hermosa, y de la mía,
no nacieron los trigos esperados,
sino sangre y más sangre todavía.



Sin dique quedó el llanto. Los olivos ardiendo.
Desgarradas con lívido espanto las palomas
y el toro seco del terror bebiendo



la sangre en los hogares. Y tus ojos,
que eran cumbre caliente, de banderas
se vieron con los míos cubiertos de cerrojos.



¡Hermano de la Patria y de la Pena!
tu corazón desnudo está conmigo,
cansado del cuchillo y la cadena.




“A los católicos”



Sí, lo comprendo.
Tú llevas una cruz sobre tu pecho,
tú rezas con fervor todos los días,
tú esperas tu cosecha en ese mundo
Hay ángeles azules que siegan con sus alas
Las azules espigas de tus sueños.
Está bien.



Pero tu corazón, ¿no está conmigo,
con su raíz, su tierra inevitable?
Necesitas tu pan de cada día,
los pájaros, los árboles, el agua
y el aire que respiras.
Ven tus ojos paisajes
(cómo van a evitarlo si están vivos)
Que dan pena o canción a tu mirada.



No lograrás cegarte,
ni huirte a una ladera solitaria
ni ensordecer el grito de los hombres:
el amor sabe a incienso y es humano.



Mi madre era “Ana santa”,
un puñado de carne consumida,
arrebujada y sola en el silencio,
que murió de rodillas -me contaron-
crucificada sobre un leño de llanto,
con mi nombre de hijo entre sus labios,
pidiendo a Dios el fin de mis cadenas.



(Hoy hay madres que rezan todavía
-miles de corazones prosternados-
por sus hijos heridos en las sombras
y que luchan, golpean
en las puertas de la tierra,
exigen de los hombres la muerte de los muros).



Escúchame quienquiera que tú seas
si es que el amor a Dios el alma te ilumina,
no puedes de este mundo así marcharte,
emprender la gran senda con las manos vacías,
llegar ante las puertas de Dios, que tu fe sueña
para decir_ Señor, no traigo nada,
dame un punto de amor de tu lumbre divina.



Porque el Señor, tu Dios, contestaría:
vete, rompe tus pies por los bermejos hielos infinitos,
apóyate en la vara nudosa de tus odios,
serás un caminante para siempre si no hallas
la palma del amor que no quisiste
tomar del Árbol que plantó mi sangre.



“Deseo”



El hijo de Caín que ya no pueda
contra la primavera desatada
levantar su rencor, ni asesinar al beso.
Que el odio no consiga
Inundar las riberas asépticas del aire.
Que no pueda un cuchillo
contra una golondrina,
ni el asesino pueda
estrangular la aurora.
Que no pueda la guerra
aplastar las cabezas de los recién nacidos,
ni cortar las arterias
jubilosas del hombre.
Que no existan colmillos,
ni pistolas, ni baba,
ni la rabia levante
sus olas insensatas.



Solo el amor tremendo
como todos los mares
lloviendo en catarata
sobre nuestras pupilas,
inundando planetas
y llenando los versos
de todos los poetas.
Marcos Ana


En 2008 el director Pedro Almodóvar adquirió los derechos de su biografía con el objeto de rodar una película sobre su vida. En septiembre de 2009, en el marco del homenaje que se recibió en la Fiesta del PCE celebrada en Córdoba, se presentó El árbol talado que retoña: homenaje a Marcos Ana, antología de jóvenes poetas (como Rafael Espejo, Juan Carlos Abril o Fernando Macías) prologada por el narrador y articulista Isaac Rosa.



En 2009, la Universidad de Granada acordó proponer a Marcos Ana como candidato al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia de dicho año. Mostraron su apoyo a la propuesta los premios Nobel José Saramago y Wole Soyinka, escritores como Gioconda Belli y Eduardo Galeano, el cantautor Silvio Rodríguez, el cineasta Pedro Almodóvar, el compositor Eulogio Dávalos, el director del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Fernando Rendón, o el juez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón.



El 4 de diciembre de 2009, el Gobierno de España le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. El 13 de enero de 2010, Ana  fue el primer galardonado con el Premio René Cassin de Derechos Humanos, otorgado por el Gobierno Vasco, por su actitud al salir de prisión, al defender «la paz y el diálogo» y rechazar «cualquier deseo de venganza».

Durante 2010, Marcos Ana participó en varios actos en apoyo al juez Baltasar Garzón. Fue también nombrado miembro de la comisión del Partido Comunista de España para la conmemoración del centenario del nacimiento de Miguel Hernández. En abril de 2011, el Consejo de Ministros de España le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

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