sábado, 14 de noviembre de 2015

CALDERON DE LA BARCA


Don Pedro Calderón de la Barca



Después de luchas y vicisitudes sin cuento, de días de gloria y de horas de martirio y de dolores, de consagrar su talento al Teatro y el valor de su brazo a la patria, cambió su traje de guerra, por la sotana;  el cuartel, por el templo; la espada, por el cáliz; las pompas mundanas, por la soledad; la gloria, por el misticismo, los laureles, por el verdadero Dios; ordenándose sacerdote en 1681, buscando la paz del alma y la dulce calma del corazón.

Antes de efectuarse en él ese cambio tan súbito como  inesperado, hay un episodio en su vida de armas, que los catalanes no podremos nunca olvidar, y especialmente los que hemos nacido o vivido en esta noble y aguerrida provincia de Tarragona que fue teatro de la sangrienta hecatombe producida por el Marqués de los Velez, de cuyo ejército formaba parte Calderón, al rebelarse nuestro
antiguo Principado contra la despótica tiranía del tirano Conde Duque de Olivares, tormento de España.
Acababa de caer en poder de las tropas leales la heroica villa de 
Cambrils, era incendiada Vilaseca, las milicias del Campo de Tarragona reunidas en Reus, alimentaban la idea de deponer sus armas, una de las poblaciones mas importantes de nuestra provincia abría sus puertas al invasor y un puñado de jóvenes del modesto y oscuro pueblo de Constantí, se lanzan a la lucha,  peleando como buenos y en aquella sangrienta jomada cae herido Calderón, el cual no quiso retirarse de su puesto de honor, a  pesar de la sangre que manaba de su herida, que podía dar con el fin de su existencia consagrada á las letras patrias y al apoyo de las armas de la patria.

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