La fuente trueca su cantata.
Se mueven todos los caminos...
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué nuevo estás entre los pinos!
Viento del sur ¿vienes sonoro
de granas? Ciegan los caminos...
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué loco estás sobre los pinos!
Dice el verdón no sé qué cosa.
Mi alma se va por los caminos...
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás bajo los pinos!
RELATOS (J. Plou)
jueves, 25 de abril de 2024
EL MAR LEJANO (Juan Ramón Jimenez)
miércoles, 24 de abril de 2024
EL DÍA MENOS (Juan Ramón Jimenez)
¡Ya se arreglarán los sueños,
mañana se arreglarán!
¡Hoy, a soltar y a gozar!
Hoy para encontrar el amigo,
para olearse en los dos ríos,
para hablar con duras mujeres;
hoy para irisarse de césped,
para ventear a caballo,
para silbear en el árbol,
para acerarse en las montañas,
para huir por las luces anchas
perdido entre glorias ruidosas...
Hoy para la gran tensión fresca
de un vivir sin casa ni venda.
¡Ya se ordenarán los sueños,
mañana se ordenarán!
¡Hoy, a romper y a cantar!
PRIMAVERA MADRE (Juan Ramón Jimenez)
¡Madre mía, tierra,
otra vez más verde,
más plena, más bella!
(Y yo, mientras, hijo
tuyo, con más secas
hojas en las venas).
¡Madre mía, tierra,
sé tú siempre joven,
y que yo me muera!
(Y tú, mientras, madre
mía, con más frescas
hojas en las piernas).
EL ADOLESCENTE (Juan Ramón Jimenez)
por el frescor morado?
El joven boyero( “ mi VAQUERILLO”) Paco Moral
no puedo borrar, no quiero
tenerlo en mente, prefiero
antes que apagar recuerdos,
no estamos locos, sí cuerdos,
y … aquí, constato, refiero
evento, hazañas de antaño.
Pudo ser el mes de julio,
quizás fuera en septiembre,
pues los moscos abundaban,
nubes copiosas formaban,
a las vacas rodeaban,
y, éstas no piden auxilio,
su corpulencia es potente.
Cargamos sin dilación,
pesada manta y zurrón,
y buen cachavo en la mano,
hay vacas con buen campano,
este animal no es humano,
domado, fuerte, panzón.
A las cuatro de la tarde,
interrumpida la siesta
y desde el alto la Muela,
se dio la voz: “¡al Arroyo!”
Traspasada carretera,
que evite algún accidente,
superada la lindera,
van subiendo la ladera,
que les conduce a los campos …
(Vaca serrana: soriana,
gran mole de carne y cuernos,
monte: crestas vertebradas,
pelo negro en general,
su peso descomunal:
casi mil kilos,en vivo;
pezuñas anchas y duras,
rodillas con sus postillas,
panza gruesa, protegida,
por recia capa de cuero;
pescuezo muy musculado
y testuz monumental,
potente y muy reforzada,
por ejercicios supremos,
aguantando el duro yugo,
bien uncido con coyundas,
tras el ubio viene en carro,
la dureza del arado,
o el carro de vertedera;
pescuezo forjado a fuerza
de arar y de sacar carros,
de leña en Cantalaguna,
de hierba de la Rullana,
reforzados en peleas,
con las vacas de su raza,
quemados en los calores,
de las eras, ante el trillo,
potenciados en el carro,
de las estepas cargadas,
en el monte Moncalvillo;
pescuezos robustos, de oso,
que se fraguan en pesebres,
fortalecidos con piensos,
en pesebrera servidos,
contra”talangueras”recias
y en potros donde se herraban,
si era preciso, curaban;
prolongación de espinazo,
donde se acaba la espalda,
surge un fuerte y largo rabo,
acabado en gruesas cerdas,
manejado con destreza,
ahuyenta moscas y tábanos,
desde lomos a cabeza;
…donde abundan los pilones de agua transparente y fresca
y los buenos pastizales,
para nuestros animales.
Yo, los westerns recordaba,
pues los doscientos cabestros,
si se embestían o jugaban,
hacían temblar al suelo.
Tampoco debo olvidar,
que en casa éramos dos chicos,
que próximos en edad,
repetíamos experiencias;
Víctor, también acertó,
a ir al monte, de boyero,
dedicarse, con esmero,
¡tampoco le enamoró!
Cuenta también sensaciones,
no tan suaves, tan amables,
quizás por repetitivas,
no eran las mismas canciones.
Recuerda los recorridos,
también por los abarcones,
pastoreando los “cerriles”
que son algo más temidos,
por ser animales jóvenes,
no “domaos”, ni sometidos
Me habla del tío Miguelin,
esposo de la Isabel,
hombre paciente y amable
y tan buen conversador,
que enseñaba y animaba.
No opina lo mismo de otros
fueron,también, compañeros,
pero fruncían los rostros,
siendo un poco puñeteros;
mi hermano dice que el padre,
lo relevaba a dormir,
en el monte, a cielo raso
y que aquellas madrugadas,
eran duras de pelar,
por el rocio y aguadas.
“Chico, vete para arriba
no tiren “pa” Cuasauco,
que hagan primero el careo,
por el centro, por las Viñas,
y… no me las amontones,
que a su aire van mejor,
ellas forman sus partidas,
van a su libre albedrío,
beben cuando tienen sed;
atención en los pilones,
pues muestran su poderío,
que no se repita nunca,
el accidente de antaño,
cuando una vaca, en pelea,
con otras también muy bravas,
quedara en el pilón,
hundida, sin remisión,
pues se empotró de culo,
en el cubillo profundo:
tuvo que acudir gentío,
para ayudarla a salir
y que no hubiera secuela,
ni en personas, ni en vacuno,
me dijo Simón, “Chaval”
hombre de fuerza y de brío,
mientras Juan de la Cipriana,
que además era vecino,
vigilaba por abajo,
no venga la otra boyada,
las vacas de La Solana.
Pasadas dos o tres horas,
comienza a “marujear”
este ganado en el monte,
tras haberse alimentado,
en rastrojeras, cunetas,
por todo el Prado Encimero.
Cuando en los campos dormían,
el boyero se acogía,
tras las paredes del chozo,
con puerta muy reducida,
tanto así que vacas bravas,
incluso las más tranquilas,
no puedan meter la testa,
con su grande cornamenta.
Cerca de los abarcones,
el ganado va maduro,
han caminado y comido,
necesitan el descanso,
reparador, de la noche;
desaparecido el sol,
tras de la Peña Carazo,
las vacas van relajando,
su estructura y van rumiando,
en rítmico movimiento,
tumbadas o bien plantadas,
sobre sus cuatro patazas,
laxadas y muy tranquilas.
Generosos, los boyeros,
Juan, junto a tío Chaval,
proponen, anocheciendo:
¡venga, chico, vete a casa,
mañana al amanecer,
aquí nos encontrarás!
¡no pienso dormir en casa,
traigo merienda y almuerzo,
y buena y pesada manta!
(se me olvidó comentarles
que casi de noche y tan lejos
me costaría llegar
sin ayuda, a nuestro pueblo)
Durmiendo en la Merecaila,
a la sombra de una estepa,
de la que colgué la bota,
pues me aconsejó Simón,
que a la mañana estaría
fresco, de congelador.
Tumbado al “lao” de la mata,
el morral sirve de almohada,
por colchón: la misma tierra,
vestidos y con zamarras,
con ese beso dorado,
que es el beso de la luna,
allí, sin más protección;
ruda manta para el frío,
agua o vino por si hay sed,
la cachaba, pues las vacas,
que tumbadas, relajadas,
apenas mueven su testa,
cuando lo hacen tintinean
y los cencerros se alteran,
sonando suaves y rítmicos,
al compás del movimiento,
de sus pescuezos mecánicos.
Ignoro a qué hora dormimos,
bajo aquella inmensa luna,
ganó el cansancio a los nervios,
¡hasta mañana, dijimos,
sería sobre la una!
…las vacas, allí al costado,
confiamos, permanezcan
serenas, tranquilas, dulces,
hasta que levante el día,
despunte el sol, y amanezca.
Solo pasados los años,
visto desde la distancia,
piensas: quizás hubo riesgo,
pues dormir a la intemperie,
con todas las vacas cerca,
que si algo las alborota,
saldrían en estampida
y nosotros no tenemos,
más defensa que el cachavo
y metro y medio de estepa;
Otros lo hicieron primero;
Aquí no existen casetas,
de madera u hormigón,
como las que hay en los campos,
que sirvan de protección.
El no disponer de perros,
entre los tres “ganaderos”
no ayudaba demasiado,
no nos evita paseos,
pero puede que mantenga,
en la boyada, la calma.
La noche pasó, tranquila,
amaneció un nuevo día,
sobrevivimos, enteros,
las vacas y los vaqueros.
Queda un hermoso recuerdo,
de sentirte valorado,
por expertos veteranos,
con los que bota compartes
y… atento con el ganado,
pastoreando, escuchando,
algo aprendes de esas artes;
al lado de aquellos hombres,
soportando noche dura,
Juan, Simón, eran sus nombres,
te acercabas a su altura.
Paco Moral
martes, 23 de abril de 2024
Más allá de la saudade (Claudio Rodriguez Fer)
Tú,
que tantos hombres has sido,
no fuiste aun aquel
que subió conmigo
a las montañas nubladas,
donde está escrito:
«Ellos vendrán.
Vendrán erguidos
por la oscura niebla
donde levita Galicia.
Los caballos serán fulgurantes.
Las botas altas y negras.
Azules las miradas y las casacas;
las fustas, negras.
Traerán un aroma a roble,
una hoz y una bandera roja.
Bajarán por la gándara
enamorando a las doncellas.
Quizás vengan dos.
Los caballos azules.
Botas y espuelas negras.
La bandera, roja.
Uno traerá la hoz,
otro la esperada enseña.
Recitarán a Ossián,
agotarán las cepas,
hablarán de los hombres de las pallozas antiguas.
Bajarán por la gándara,
relampagueante de cascos,
silenciosa de estoicos guerreros.
No lo olvidéis.
Ellos vendrán por la oscura niebla.
Uno será un caballero,
traerá hoz de bronce,
y en el porte mítico veréis
que desciende de Breogán.
El otro será apacible,
traerá la palabra
y vendrá con el estandarte rojo.
Que la tierra que pisen sea fmne,
el vino noble y las mujeres propicias».
Mientras,
a mi me sucede lo contrario
que a Pasolini con Gramsci:
estoy contra ti en la luz,
más contigo en las oscuras tinieblas.
y es que yo creo en la lógica de las cosas,
pero no creo en la lógica.
Por eso fui tantos hombres
como mujeres tuve.
Y por si alguna vez nos encontráramos
recuerda que yo subí a la cumbre de la montaña,
que divisé el abismo
y que bajé por ti.
Recuerda,
que estoy esperando el día
que serenes tu palabra,
liberes de nuevo el grito de los antiguos
y me digas que estás dispuesto a subir.
Entonces lo dejaremos todo,
quemaremos la última noche que nos queda,
y en los caballos azules
subiremos a las montañas nubladas,
traspasando la oscura niebla
donde levita Galicia
y donde termina nuestro laberinto.
Juntos cazaremos todos los ciervos pardos
y regresaremos cubiertos por pellejos de lobo.
Después nos perderemos en los barrancos,
librando cadenas,
prendiéndonos de cabelleras femeninas,
hasta consumar el ciclo,
allá, donde no hay estado, ni dios, ni poder.
De "Poemas de amor sen morte" 1979
Su obra poética se caracteriza por el predominio de la temática erótica, el vitalismo libertario y la apertura intercultural en Poemas de amor sen morte (Ubago, Granada, 1979), Tigres de ternura (Reprografía 1846, Compostela, 1981), Historia da lúa (Galaxia, Vigo, 1984), A boca violeta (Sotelo Blanco, Barcelona, 1987) y Cebra (Caffarena, Málaga, 1991), poemarios todos reunidos en Vulva (Libros da Cebra, Compostela, 1990) y antologados en A muller núa (Biblioteca 114, Compostela, 1992),
CIELO TRISTE (Paco Moral)
Acobardado , tristón;
estás como adormecido,
gris, casi indefinido;
cubierto tras un telón.
Sé que tu noche fue dura,
melancólico, te adoro;
tus lágrimas eran de oro,
llorabas con amargura.
Lágrimas las de esta noche,
las lágrimas fugitivas,
lágrimas , harto escondidas,
fueron lágrimas furtivas.
Tus ojos , cual manantiales,
liberaron suaves lágrimas,
amargas, escasas, críticas,
eran lágrimas reales.
Breves y, no torrenciales,
como esperamos envíes,
aquí al este , no desvíes,
tu vida, a otros andurriales.
Espero con impaciencia,
esos vientos favorables,
a tus compañeras hables
y empleéis vuestra potencia,
en generar gran tormenta,
celebrada desde abajo,
cual, en campana,el badajo,
se alegra, no se lamenta.
Tendrás tus buenas razones
cielo, para no llorar,
no nos hagas esperar,
soñar con que al despertar,
de nuevo se va a frustrar,
nuestra ilusión y a quedar,
penando, los corazones.
Azulado, gris oscuro,
el mar cual un digno espejo,
muestra tu vivo reflejo,
duro, incoloro, difuso;
sus olas, contra la arena,
se mueren, plenas de espuma,
agoniza su bravura,
que acaba fina y serena.
Pídele, tú, mar, al cielo
que la humedad que te roba,
la derrame en estos lares,
y no por otros lugares,
donde ya están saturados,
entre humedales, cansados,
que llueva sobre mojado,
este año, “inundaos“, saciados
Paco Moral
“ sigue sin llover”
PRIMAVERA (Juan Ramón Jimenez)
Abril, sin tu asistencia clara, fuera
DIOS PRIMERO (Juan Ramón Jimenez)
Días negros cual los días
DIOS DEL AMOR (Juan Ramón Jimenez)
Lo que queráis, señor;
miércoles, 17 de abril de 2024
Catalunya, la meva residència
martes, 16 de abril de 2024
Romance a mi padre (Ramón Bonachí)
Comiste con los platos repletos de agonía
y bebiste miserias de una dura posguerra,
se te quemó la piel cantando cara al Sol
y guardando silencio mas allá de la puerta.
Quizá por ser muy joven te vi con otros ojos
y me olvide del miedo que sufrías de cerca,
tal vez por eso mismo faltaban los “te quiero”
tal vez por eso mismo sobraba andar a ciegas.
Pero a pesar de todo, crecí en un buen entorno
nunca entraron en casa las sonrisas impuestas ,
tu me pusiste el nombre y luego el apellido
y le diste un motivo a mis palabras huecas .
En esa cara oculta (que descubrí mas tarde)
estaban los esfuerzos de comidas y cenas,
un cariño escondido sufriendo por los suyos
y soportando heridas quizá más de la cuenta.
Que pena la impotencia de este sentir tan mío,
ahora que te entiendo me corroen las quejas ,
lamento ese vacío que puse entre tus manos,
pues hoy es el vacío que mis manos sujetan.
Aunque ya sea tarde, el sentido de culpa
me invade en lo profundo, pasados los sesenta,
si he logrado momentos de paz y de cordura
todos llevan tu nombre corriendo por mis venas.
Repleto voy de errores desde recién nacido,
repleto de recuerdos que dan vueltas y vueltas;
todos te dan las gracias por llenarlos de gozo
aunque llegue tan tarde el valor de la ausencia.