miércoles, 25 de noviembre de 2015

COLUMNA MILIARIA



UNA COLUMNA MILIARIA EN TARRAGONA.
El Museo Arqueológico de Tarragona adquirió en 1883 un monumento más importante por lo que representa y por referirse a uno de los mejores períodos del engrandecimiento de esta ciudad, por su ostentación y hermosura, Este monumento, es un cipo o columna miliaria, de grandes dimensiones, pero muy corroída y algo maltratada por los siglos y las humedades. Este interesante resto ha sido descubierto casualmente en los desmontes y excavaciones que se practicaron para la construcción de la plaza de Toros, en el terraplén que formaba la contra-escarpa del foso del baluarte de Orleans, demolido en 1883, en el punto que sería corral para los toros, inmediato al chiquero. Los peones que se ocuparon de los desmontes, al encontrar la columna, no creyéndola de mayor mérito, vistas sus proporciones considerables, para moverla con más facilidad, la rompieron en dos partes. Desgraciadamente, como suele suceder, la ruptura coincidió con una de las líneas de la inscripción, si bien no afectó gran cosa a las palabras mutiladas, por ser de grandes caracteres. La columna tiene unos 2 metros de altura; es de piedra del país y se halla,sumamente corroída, lo que le da un aspecto de gran antigüedad. La incripción está formada de letras de gran tamaño, pertenecientes a la época del alto Imperio, está dividida en cuatro renglones, y se expresa así:

IMP. CAES
AVG. COS. XI
TRIB. POT. X
MAX. VIA
Esto es: Imperatori Casari Augusto, Cosuli XI. Tribunicia: Potestatis X, Máxima Via.
Este monumento es importantísimo es una inscripción del especial protector de Tarraco, Octaviano Augusto, durante su vida, en el supuesto de que fue dedicada cuando el emperador tenía 49 años, 14 antes del nacimiento de Jesucristo, en que había sido elegido cónsul por undécima vez, y el décimo de su tribunicia potestad. Es igualmente interesante este resto como data, atendido que si bien es'verdad que el primero que hizo medir los caminos fué Cayo Graco, no se completó esta importante mejora hasta el imperio de Augusto, quien dispuso que las grandes vías que cruzaban todo su vasto Imperio tuvieran un centro común, que fué el Foro romano, la principal plaza de Roma, y a este efecto, según Dion Casio, mandó colocar en medio de ella una columna dorada que se denominó Miniarum aureum, desde donde partían las vías, y donde empezaba la medición por millas de todas ellas hasta los confines del Imperio, a cuyo propósito dice Plinio: «Mensura cúrrente á milliario in capite romani fori statuto. » Con referencia a Tarragona, es presumible que la medición se hubiese verificado en el antes citado año 49 del emperador Augusto, colocándose este monumento conmemorativo como testimonio de aquella importantísima mejora que arreglaba la marcha de los ejércitos de mansión en mansión, y orientaba á los viajeros indicándoles el camino que debían seguir, lo que habían andado y lo que les faltaba para terminar su viaje, á cuyo objeto se colocaban los cipos o columnas miliarias en las márgenes de las vías públicas donde estaban las millas itinerarias de pueblo a pueblo o de mansión en mansión para inteligencia y guía del viajero o jefe de la fuerza militar en marcha, para saber el punto de partida y el punto de descanso, objeto principal de esta división itineraria. Para reunir la tropa alojada y prepararse a emprender la marcha tenían los romanos una tocata especial, que llamaban itinerarium, empleando el lituus, que era una trompeta de metal, larga y derecha, con una encorvadura al extremo a manera de pipa para fumar, Al oirlo los soldados preparaban su equipaje, que consistía en trigo para quince días, las armas, una segur, un rallo, una cadena, una soga o correa, una sierra, una hoz, una cestilla y sus ropas, cuyo peso llegaba a sesenta libras, y con esta desmesurada carga andaban, según Vegecio, 25 millas, que era la marcha ordinaria. Hora quinqué cestivis XXV. M. passuum militar i gradu. » Confirma hasta cierto punto sobre la época del mejoramiento de los caminos o grandes vías, con referencia a Tarragona, el que el emperador Augusto, temeroso de que con la paz general que disfrutaba todo el Imperio, se corrompiese la disciplina del ejército, dispuso que las legiones procedieran al arreglo de las vías en las provincias pacificadas después de haber cerrado las puertas del templo de Jano por cuarta vez; y como esta ceremonia se efectuó al terminarse definitivamente la guerra cantábrica (1*) o española, en el año 25 antes de nuestra era, las legiones que se hallaban en Tarragona hubieron sin duda de emplearse en estas faenas, en las que se ocuparían nueve años.
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(1*) La guerra cantábrica no terminó hasta el año 19 antes de J. C. por cl distinguido general romano Marco Agripa, yerno de Augusto, gobernador que fué de la Tarroconense durante cinco años. Las legiones que militaban en España cuando Augusto cerró las puertas de Jano, según l'ácito, eran tres: la tercera Gálica, que vino de las Galias con M, Agripa, la sexta Ferrata y la décima Fretense; además había cuerpos de tropas pertenecientes a las legiones cuarta y quinta. En tiempo de Augusto la legión se componía de 6.000 infantes y 600 caballos.

Sin embargo, mucho antes de la venida de los romanos a España ya existían en ella varias vías o caminos públicos, ásperos y difíciles, así lo indica Tito Livio con estas palabras: « Pleraque itinera Hispanice impedtta sunt asperitate viarum, et angustiis saltibus crebris.»
La calzada más antigua fuera de Italia, es la que conducía de Cartagena a los Pirineos, para ir después por los Alpes a Roma, medida ya y señalada con los miliarios en tiempo de Escipión el Menor, y esta vía sin duda había de pasar por Tarragona. 
Este monumento es de interés para la historia de Tarragona, porque evidentemente este cipo, a semejanza del Milliarium aureum de Roma, señalaba el punto donde venían a converger las tres grandes vías que formaban parte de la gran vía Aurelia, Maxima Via, como dice la inscripción, y por ser punto de partida de todas ellas, no lleva guarismo ni indicación alguna. No puede dudarse de que en el sitio del hallazgo existía un Forum o plaza pública, atendido que con la columna aparecieron muchos sillares de piedra del país, de figura poligonal o cuneiforme (gomphi), que constituían el firme de las vías públicas y el enlosado de las plazas de una población de alguna importancia. Estos sillares tienen la superficie sumamente gastada y las aristas han desaparecido con el roce de las pisadas de los transeúntes en este sitio. Los demás sillares que faltan se emplearon en el año de 1821 al construir el antedicho baluarte de Orleans, que vino a ocupar el lugar del Foro romano.
En la época romana, a un tiro de fusil del sitio que mencionamos, se hallaba el cruce o enlace de las tres carreteras que se dirigían a Valencia por Tortosa, a Zaragoza por Lérida y a Barcelona; la columna miliaria en cuestión señalaba el punto de partida de las dos grandes vías que de esta ciudad iban, una a Castulon por Dertosa, y otra a Cesaraugusta por Ilerda, y el punto de parada o término de la que venía por cl Summo Pyrenico desde Narbona, cuya longitud, según el Itinerario de Antonino, era de 234 millas (351 Km). Este resto es tanto más apreciable, en atención a la rareza de los cipos o columnas miliarias en toda Cataluña. En el mes de Mayo de 1855 fué descubierto uno de estos monumentos itinerarios en una viña propia de D. José Porqueras, situada entre el vecino pueblo de Vilaseca y el cortijo de Vilafortuny (Salou). Dicha columna con su correspondiente inscripción, la vio y copió el cura párroco de Vilaseca, y tenía cuando se encontró, 3 pies y 8 pulgadas de alto, a causa de hallarse mutiladas ambas extremidades, con 2 pies de diámetro. La inscripción ocupa las tres cuartas partes de su circunferencia, y estaba concebida en estos términos ':
Q. HERENNIO . ETRVS
Cü. MESSI. DECIO. NÜBILI
SSIMO. CAES. PONT. MAX
TRI B POT. COS. IL P. P.
PROCOS VIA. AVG
M. P. CLXXX
No fué posible salvar este monumento: lo habían destrozado para construir con sus restos una pared a la viña.
En la división de la vía Aurelia, y en el trayecto desde Tarragona a Dertosa, había, según el Itinerario de Antonino y de los Vasos Apolinares, tres estaciones que eran: De Tarragona a Oleastrum 21 millas (31,5 Km) a Tria Capita 24 millas (35,5 Km)„ a Dertosa 62 millas (93 Km). 
La estación de Oleastrum se hallaba en un despoblado que hay entre el pueblo de Cambrils y Hospitalet, poco antes de llegar al río Llastre, (corrupción de la palabra latina leasíer). Antes de entrar en la villa del Hospitalet, y en la torrentera por donde corre el río Llastre, se ven en ambas márgenes los estribos y arranque de un arco de construcción romana, que se supone sería el puente por encima del cual pasaba la vía.
De Oleastrum iba la vía por las playas de San Jorge y de la Atmetlla a la otra estación de Tria Capita, en el Perelló, pueblo fundado entre tres colinas, de cuya circunstancia sin duda tomó el nombre la estación. El Sub Saltu que no menciona el Itinerario, y sí los tres Vasos Apolinares, no era estación, sino tal vez punto de descanso en lo más alto del Coll de Balaguer, y así lo indican las cinco millas de marcha desde Oleastrum , jornada corta que no constituía una etapa, pero penosa a causa de la rápida subida hasta la cumbre de la montaña, donde se halla el saltus o esfiladero (coll).
La segunda sección de la vía Aurelia era la que se dirigía a Cesaraugusta (Zaragoza) y en el trayecto de Tarragona a Lérida sólo había dos estaciones intermedias, De Tarragona a Septimun Decimum (vilaverd) 17 millas (25,5 Km) a Ad Novas 13 millas (19,5 Km), a Ilerda (Lérida) 48 millas (72 Km).
La vía en este trayecto salía de Tarragona siguiendo siempre la orilla izquierda del río Francolí (Tulcis) hasta llegar al pueblecito de Vilavert a poco de haber pasado el Coll de la Riba, y que en sus inmediaciones debía existir la estación, que a causa de su distancia de la capital llamaron Septimum Decimum, por el número de millas. De Vilavert seguía la vía por el actual camino de Espluga de Francolí, y llegaba a Vinaixa (Ad Novas) en el límite divisorio de las provincias de Tarragona y Lérida, y en el mismo punto donde tenía nacimiento el río Francolí. La restante vía hasta llegar a Lérida va por terreno llano y no ofrece la menor dificultad. En la calzada de Narbona a Tarragona y en el trayecto de esta última ciudad a Barcelona, según el Itinerario de Antonino, sólo había tres estaciones intermedias: De Tarragona. a Palfuriana (Vendrell): 7 millas (10,5Km). a Antistiana 13 millas (19.5 Km), a Fines 17 millas (25,5 Km), a Barcelona 67 millas (100,5 Km).
La vía salía de Tarragona y pasaba junto al sepulcro llamado de los Escipiones, en cuyo punto se encontraron muchos restos de edificios romanos, y a lo que parece algunos vestigios de la vía, cuando en 1802 se rectificó la carretera de Valencia a Barcelona. Continuaba la vía hacia el arco romano de Lucio Licinio Sura, conocido vulgarmente por arco de Bará, en cuyas inmediaciones debió hallarse la estación de Palfuriana (Vendrell), entre Creixell y la ermita de Bará, que dista de Tarragona las 16 millas (24 Km),. Al salir de Palfuriana torcía la vía a la izquierda en busca del Noya, y seguía el mismo trazado de la actual vía férrea. La estación de Antistiana, que sólo distaba do Palfuriana 13 millas (20 Km), debía corresponder entre La Bisbal del Panadés y Bañeras; y desde allí, siguiendo la rambla del Noya, se llegaba á Fines, que distaba 20 millas (30 Km). No hay mucha certidumbre sobre el punto que ocupaba la población de Fines, y la opinión general es de que se hallaba donde hoy la villa de Martorell. D. Miguel Cortés calcula muy oportunamente en su Diccionario geográfico antiguo, que se llamaba así a causa de ser el último pueblo de la región cosetana, lindante con la Laietania, a la izquierda del Llobregat, el cual formaba el límite divisorio de ambas comarcas. La de la parte de la Cosetania al salir de Martorell desapareció con gran parte del puente cuando éste, accidental ó intencionadamente, fué arruinado, tal vez durante la ocupación musulmana; Según parece, al pie de esta misma colina la vía romana se bifurcaba; el camino que iba a Barcelona seguía la orilla izquierda del Rubricatui (Llobregat) y andaba así en un trayecto de 20 millas (30 Km) hasta Barcelona, y desde allí iba, segun el Itinerario de Antonino, al Prectorio y Secerras, uniéndose á la gran vía. La otra fracción desde el puente de Martorell iba directamente a Arrago, según los tres Vasos Apolinares, pueblo desconocido, que a calcular por las distancias de este último itinerario, debió existir entre Badalona y el Masnou, continuando hasta Secerras (San Celoni), para unirse a la gran vía. Con esta bifurcación quedaba de hecho arrinconada la ciudad de Barcelona en el ángulo que forma la costa desde el Besos a la montaña de Monjuich y de ésta a Martorell.

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