martes, 9 de febrero de 2016

la reina Abd-el-azia



La leyenda de la Reina Mora


Cuenta una leyenda recopilada por el escritor Juan Amades que Ciurana era el dominio de la reina Abd-el-azia, de gran belleza. Los cristianos, liderados por el señor de Tarragona Amat de Claramunt, incapaces de conquistar la población, se sirvieron de las artimañas de un traidor judío, que les ofreció la entrada al castillo. Los cristianos penetraron y mataron a casi toda la población, pero Abd-el-azia, segura de su fortificación, celebraba mientras tanto una fiesta en una de las salas del palacio con la nobleza del lugar. De repente, una flecha entró por la ventana, y se clavó en la mesa. La reina, envuelta en el pánico general y viéndose derrotada, subió a su caballo blanco y se dirigió al precipicio cercano. Perseguida por los cristianos y para evitar que el caballo por instinto se detuviera ante el abismo le tapó los ojos, pero el animal, al darse cuenta del peligro, quiso parar y clavó sus patas en el suelo, de modo que quedó la huella de su herradura en la roca. Otros dicen que las marcas de herradura son del impulso que tomó antes del salto. Sea como sea, la tragedia fue inevitable y hoy en día puede verse clavada en la roca la huella del caballo en el lugar que se denomina el Salto de la Reina Mora.
Otra variante cuenta que la reina estaba bañándose cuando vio la ciudad siendo atacada. Ante la desesperación, salió desnuda del agua y se montó en el caballo para dirigirse al despeñadero.

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